Si
hiciéramos el ejercicio de revisar cuántos productos químicos hemos
comprado en el mercado cada quincena o cada mes, nos daríamos cuenta de
que por lo menos hay 10 de ellos incluyendo jabones, ceras, productos
cosméticos, medicamentos, insecticidas, limpiavidrios, desinfectantes
multiusos, ambientadores, desmanchadores y blanqueadores, entre otros.
Pero
cuántos de ellos son considerados como peligrosos? Los usamos de manera
racional y tenemos conciencia sobre la contaminación que provocamos o
sobre los posibles accidentes en niños y mascotas?
A
continuación mencionaremos algunos ejemplos de productos químicos que se
utilizan en los hogares y sugerimos algunas medidas para su protección,
la de su familia y la del medio ambiente:
Los Jabones y detergentes:
son productos químicos de origen sintético cuya función es “arrastrar”
la suciedad aumentando su solubilidad en agua, a través de un
ingrediente principal llamado “tensoactivo”. Dado que hay diversos tipos
de suciedad, así mismo hay diversos tipos de jabones y detergentes:
unos suaves y otros fuertes. Dentro de los suaves podemos nombrar los
shampoos, jabones cosméticos para manos y rostro, tanto líquidos como
sólidos en barra. Dentro de los fuertes, se pueden mencionar los jabones
para la ropa, los pisos, platos, etc.; aquellos que vienen en polvo o
pasta, por lo general contienen sustancias abrasivas a base de silicatos
y peróxidos o cáusticos que ayudan a desincrustar y disolver las
grasas; pero estas sustancias son fuertemente irritantes, hacen mas
reactivos los productos y poco biodegradables. Por ello su uso debe ser
racional y es importante evitar las combinaciones o mezclas que puedan
provocar reacciones químicas. Un caso muy frecuente de reacción química,
es el que se presenta entre los desinfectantes a base de hipoclorito y
los limpiadores multiusos a base agentes cáusticos como soda o amoníaco:
al mezclarlos se libera gas cloro que es asfixiante y tóxico; provoca
dificultad respiratoria y las consecuencias pueden ser muy graves según
la cantidad inhalada.
Las ceras, betunes, velas, esencias y pegantes:
son generalmente productos inflamables; es decir, que se encienden
fácilmente en presencia de una fuente de calor o chispa. Actualmente,
algunas ceras son emulsiones y los betunes y ceras contienen bases
siliconadas que disminuyen sus propiedades inflamables; sin embargo, es
necesario saber cuál es la clase de producto que estamos utilizando para
concluir acerca de las condiciones en que se debe almacenar. Si los
productos que compramos son inflamables, lo cual se advierte en la
etiqueta, se hace indispensable buscar un lugar aireado, lejos de
instalaciones eléctricas, calentadores o cualquier otra fuente de
ignición.
Los insecticidas y raticidas: son sustancias
tóxicas que se utilizan para el control de plagas en los hogares y se
venden en una gran variedad de formas, haciendo alusión en ocasiones, a
una “baja toxicidad”. Estos son productos químicos de manejo crítico
puesto que no sólo contienen ingredientes tóxicos que pueden ser fatales
al inhalarse, sino que algunos de ellos son inflamables también. Aunque
se sugiera el uso de estos productos en presencia de la familia, es
recomendable no hacerlo y mantenerlos alejados de otros productos
especialmente de cualquier clase de alimento, con buena ventilación. La
aplicación de estos productos debe hacerse únicamente cuando el área
pueda estar totalmente despejada de personas; el plaguicida aplicado se
debe dejar actuar durante algunas horas según recomendación de los
fabricantes (por lo general cuatro horas es suficiente), y antes de
permitir el ingreso de otras personas al lugar, se debe dejar airear
como mínimo por 20 a 30 minutos. Es aconsejable no aplicar insecticidas
indiscriminadamente ni en forma continua; su uso debe limitarse a la
necesidad y se debe advertir a todos los miembros de la familia acerca
de los peligros y de los lugares que han sido tratados con estos
venenos.
Los cosméticos y productos de botiquín: son
productos químicos considerados de bajo riesgo y en general lo son; sin
embargo, hay algunos de ellos que pueden ocasionar graves accidentes si
no se guardan las debidas precauciones como por ejemplo, las cremas
depilatorias que son cáusticas y producen quemaduras; los aditivos de
tinturas para el cabello que también son corrosivos como por ejemplo el
peróxido de hidrógeno. El alcohol antiséptico, los perfumes y las lacas
que se pueden incendiar con relativa facilidad; los bronceadores
instantáneos y productos “naturales” para adelgazar que llaman la
atención de adolescentes promoviendo el uso excesivo y los medicamentos
que muchas veces dejamos al alcance de todos.
Productos especiales:
hemos agrupado aquí algunos como ácido muriático (ácido clorhídrico),
creolina, naftalina, varsol, etc. Son productos que tradicionalmente se
han utilizado pero que por su toxicidad y alta peligrosidad se han
venido reemplazando progresivamente: el ácido muriático se ha utilizado
como poderoso desincrustante para baños y cocinas entre otras áreas,
pero puede ocasionar graves quemaduras; otros productos altamente
corrosivos son los que se utilizan para destapar cañerías que pueden
contener ácido sulfúrico concentrado o soda cáustica pura. La creolina,
naftalina y varsol son sustancias orgánicas que ocasionan problemas en
el sistema nervioso cuando se inhalan y se ha discutido ampliamente
acerca de su toxicidad. Es indispensable entonces evaluar la verdadera
necesidad de utilizarlos.
Para obtener mejores condiciones de seguridad en nuestros hogares tengamos en cuenta:
1. Conocer los peligros y características de cada producto que adquiera.
2. Evaluar realmente la necesidad de compra de los productos.
3. No mezclar productos, seguir las indicaciones del fabricante.
4. Guardar productos de aseo, plaguicidas, y medicamentos lejos de niños y de animales.
5. Evitar usar productos muy agresivos, muy contaminantes o que no tengan información.
6. Separar los productos inflamables y protegerlos del calor.
7. Separar los plaguicidas, especialmente de alimentos.
8. Separar los productos ácidos de los que contengan amoníaco o cáusticos como soda o potasa.
9. Sólo utilizar productos de limpieza en áreas bien ventiladas y utilizar elementos de protección.
10. Bañar las manos y rostro antes de comer o tomar alguna bebida, para evitar la ingesta de sustancias químicas.
11. Usar sólo las cantidades necesarias, no desperdiciar el agua ni los productos.
12. Dejar los recipientes muy bien tapados después de su uso.
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